viernes, 21 de diciembre de 2012

Mi Rosa

Ríete de mi, extraña cosa, extraña.
Cánsate de ti, de tus cosas, maldita.
Márchate de aquí, con una rosa, en la boquita.
Mira desde allí, lo que me roza, estoy cerquita.
Nada como el fin, en tu carroza, nadie me explica.

Bajen las voces, suban las almas.
Canten las venas, piensen las camas.
Con tal tristeza termina todo igual.

Hablen las mozas, sueñen con más.
Las sillas cojas, el cuerpo igual.
Con tal belleza nadie va a bailar.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Para Celia y otras musas

No es que sea  un tío diferente, es que lo merezco. Por tantas noches solo observando a la multitud, por tantas veces que me bebo el whisky. Solo, con hielo o acompañado. Por cada mirada de una esquina a otra del bar, por cada mechón de pelo que quiere bailar y no le dejo. Soy diferente como el trozo de limón que nadie quiere chupar antes del tequila, como el cacho de mar que nadie mira. Como el horizonte, como el polizonte que cobra cada multa maldita. Soy un borracho, un hippie pasado de rosca, un intento de ser humano, un acuerdo con el más torpe de los honrados. Me enamoro de cada mirada que se parece a ella y, de tanto buscar, las caricias me atropellan. Me cago en la humanidad, en tus "holas" y en mi vida. Odio todo lo que no entiendo, acepto lo que comprendo. Son las 6:15 de la madrugada, un viernes (sábado ya) y lo único que se me ocurre hacer para esta puta amargura paliar es escribir una parrrafada tonta y sin escrúpulos. Sin nadie que la vaya a leer y mucho menos que la vaya a disfrutar.

I feel so suicidal, I even hate my Rock'n'roll. 



No me toméis en cuenta nada de lo que diga, haga, mueva, fume, llore, ría, sangre o viva.

martes, 20 de noviembre de 2012

Un tío normal


Soy un tío normal
Como con hambre
Duermo con sueño
Hablo de arte
Sueño con pechos
Canto a la Luna
Y a más de una
Me gusta cómo flotan las plumas
Un tío que bebe y fuma.

Soy un tío normal
Como el rojo de Marte
Duermo y frunzo el ceño
Hablo disparates
Sueño y enfermo
Canto en la ducha
Y al niño en la cuna
Me gusta lo que me abruma
Un tío que resta más que suma.

viernes, 12 de octubre de 2012

viernes, 13 de julio de 2012

La bicha que nace de tu dicha

Piernas mal dibujadas

Que alguien me saque el demonio de dentro
de un beso.
Solo me queda medio ojo abierto,
soy preso.
Quedan muy pocas notas en mi reperto-
rio de versos.
¿Son los cristales de tu cara negros?
Preguntaré un día de estos.

Y dirás que son de mi color.
Que se comparan al sabor
de un abrazo veraniego,
que compiten con mis dedos.
"A ver quién es más ciego."

domingo, 29 de abril de 2012

Un relato de escritura automática


En un mundo real creado por una mente cualquiera (como todo mundo que se precie como tal), donde todo fue, es y será lo que a mí me de la gana, existe un bar. Un bar tan oscuro como amado, aunque sea por corazones caducados y depresivos, buscadores de algo más allá de los ojos de una mujer (o de un hombre con alma).
Suelo frecuentar ese bar, pues es lo único a lo que podría llamar hogar. Es el único lugar donde mi pecho se tranquiliza y cree que está haciendo algo provechoso. Aunque mi cerebro imperfecto sabe que no es así.
En este bar, al cual no he puesto nombre aún, están mis mejores amigos, si se les puede llamar así. Digamos que son seres similares a mí. Buscadores, como ya dije.

Mis dos mejores amigos son el cerdo, llamado así porque lo es literalmente, y el mapache.
El cerdo es complaciente con sus amigos, sobretodo conmigo, pues ve en mí algo más que un hombre de piel peluda y gris con cola de perro. Ve a alguien con dolor. Dolor por la inquietud que le proporciona su imaginación desmedida y la falta de un medio por el cual contar sus historias. También hay que decir que odia todo aquello que no conoce, porque opina que si no lo conoce, es que no merece ser conocido.
Con la zarpa en el vaso de whiskey con hielo semiderretido se encuentra el mapache, el ser más irónico que llegaré a conocer. Meditabundo mira a la camarera, el amor de su vida. “¿De quién no?”, se pregunta el cerdo. Yo opino lo mismo.

En este bar todos son artistas, de un modo u otro. El artista no se mide por la calidad de su obra, se mide por la calidad de sus actos y su aspecto filosófico, si lo podemos llamar así. Aunque ¡Qué coño! Este es mi propio mundo, y yo usaré los términos que me de la gana.
Todos son seres oscuros, grises como mi piel, que en el día a día no soportan la vida y aquí, nadie llegará a saber por qué (puede que yo si), no desean que llegue la Muerte jamás, sin temerla, claro está.
Como Hemingway (el cual nos visita de vez en cuando) dijo: “Aquél que ha amado de verdad, no teme a la Muerte”. Quizás lo dijo con otras palabras, pero me importa poco o nada. El caso es que aquí todos hemos amado de verdad.

Aquí también se encuentra la chica de la que yo estoy enamorado. Es una gata, misteriosa y esquiva, como todas las mujeres de las que me enamoraré después de ella. Y a ninguna la amaré de forma tan intensa, o eso espero.

Se sienta al fondo con su copa de vino, y sólo levanta la vista cuando escucha en el tocadiscos que alguien ha puesto una canción de Tom Waits. 
Suelo ser yo quien las pone, y ella lo sabe. Pero aún no me ama.
Cada noche sin día pienso: “Si ella me conociera, si supiera como soy por dentro y todo lo que le podría dar, caería sobre mí, sedienta de mi sangre, de mis ideas y de mi.”
Muchas veces creo que esta es la causa de mi maldita frustración. Eso de no poder demostrar todo lo que soy, de no saber hacerlo de verdad, y no poder hacerla mía, hace que visite este querido bar todas las noches, esperando la chispa.
Hoy se encenderá.

-Relléname esto, princesa.- Dice el mapache a la camarera. – ¿Habéis visto cómo me ha sonreído? Debería escribirle uno de mis poemas. O quizás dibujar un pequeño retrato suyo.
-Es la sonrisa básica de camarera, mapache. Siento decirlo, pero aún no te quiere. Creo que deberías hablar con ella alguna vez, atreverte. Es cierto que las mujeres ven más allá de nuestras palabras y saben lo que no podemos imaginar. Pero nunca estarán seguras de cómo somos de verdad. Eso sólo se demuestra con palabras o, lo que es lo mismo, actos.
-Lo siento amigo cerdo, pero no creo que seas un buen consejero en el amor. Eres un cerdo después de todo.
-No lo tomaré como un insulto.
-Tómate otra cerveza entonces.

Serían un buen dúo cómico, aunque hoy no están especialmente inspirados.
Enciendo un cigarrillo.
-¿Os habéis dado cuenta de lo diferente que somos al resto? ¿De lo necesario que somos para que esta horrenda y hermosa vida cobre algo de sentido? – Pregunto, pero se que lo saben.
-Lo dices cada noche. Hoy lo dudo. Pienso que no estaríamos aquí sentados de ser así.- Sonrisa amarga del mapache.
-También pienso eso cada noche, pero después de todo, ¿de que serviríamos en otro lugar? Es aquí donde transcurre lo importante.
-Permita usted que lo dude, señor perro.

La gata se levanta. Va al baño, y yo en el borde del camino a su destino. Pienso en lo que acabo de pensar. Pienso: “Lo escribiré”. Pero luego pienso y repienso que nunca lo haré.

-¿Cuándo vas a entrarle a ese pedazo de hembra? Esta para morderle el cuello y no soltarlo nunca. – Comenta el mapache.
-De vez en cuando hablo con ella, pero no es el momento.
-¿Y cuándo será? – Pregunta mi querido cerdo.
-Pues ni puta idea.
-No seas como el cerdo, que está esperanzado en que un día llegue una tía y le baje los pantalones para chupársela.
-Bueno, de vez en cuando ligo con alguna.- Trata vagamente de defenderse el cerdo.
-Claro, no eres un tipo feo del todo. Eres un cerdo realmente encantador, si nos ponemos serios. Pero nunca llegas a nada…

El mapache, tras decir esto, se queda pensativo.

-Este tipo de conversaciones son las que hacen que dude de nuestra importancia. Los temas más mundanos terminan siendo los que más nos interesan.
-No creo mapache. Son tan necesarios como la música o la escritura. – Le digo.
-Puede ser… Bah, hoy no me apetece ponerme metafísico.
-Difícil lo tienes en un sitio así. – Apunta el cerdo.
-Hoy me apetece que alguien me parta una silla en la espalda. Coger esa botella, romperla en la mesa, y clavársela en el cuello. Algo de acción real, joder...
-Pues sí, deberíamos hacer algo así.

Apago el cigarro en el cenicero mientras el cerdo se quita el sombrero para rascarte el cogote.

La gata sale del baño. Camina. La miro. Me mira. Sonrío. Sonríe. Saluda. Saludo con la mirada. Se aleja. Se sienta y me vuelve a sonreír.

El mapache me golpea en el hombro.
-Venga mariconazo, ve para allá.
-Échale huevos, perro.

Me levanto con la copa en la mano y me acerco al tocadiscos. Pongo una canción de Tom Waits, All the World is green. La miro y sonrío. Por un momento pienso: “Esto es demasiado peliculero y estúpido. No pega con este ambiente ni con esta historia”. Pero acto seguido digo: “¡Joder! Este mundo lo he creado yo y haré lo que me de la gana.”

Me acercaré a ella, me enamorará hasta los huesos y sólo nos acostaremos una vez.
En poco más de un año me daré cuenta de que fue suficiente.

martes, 20 de marzo de 2012

Más palabras que riman mientras suena Chet Baker

Líneas de sudor

"Mientras mi chica se limpia
en la nube descansa mi pelo.
Brilla su línea blanca
que se arquea hacia el cielo.
Ya no la cubre mi manta.
Es hermosa y sólo yo la veo.

Con esa luz han jugado mis dedos.

Y da igual que fuera llueva
porque ya ha llovido dentro.

El calor por la pared resbala,
la que conoce mi deseo.
Testigo de dónde murieron mis balas
es la tela arrugada sobre mi cuerpo.
Y en los cristales de mi cara
ha nacido su reflejo,

tan soñado como el año nuevo.

Porque da igual que fuera llueva
ya que ha llovido dentro."

domingo, 29 de enero de 2012

Poema triste de una tarde de domingo

Se recomienda leer con esta canción de fondo:

"La canción duró lo que el cigarro en la ventana.
Tengo mil cosas que hacer, todas secundarias.
La tarde se derrite, en mis pasos no hay mañana.
Te ves preciosa ahí de pie respondiendo a mis plegarias.

Parece que todo fluye
Como el humo entre tus dedos.
Ya no eres tú quien huye,
Como la Luna cuido el cielo.

Canción que es agua,
Nota que es Pez.
Mi beso,
Tu tez. "

miércoles, 4 de enero de 2012

Menos hablar, por favor.

Palabras que riman o lo intentan

Capítulo IV:

"Siento el soplo eterno
que me llama cada día
y cada noche.
Lo ignoro y me pierdo
en lo rebelde de mi juventud."

"En mi jaula miro al cielo,
no se si lloverá.
Hay cien nubes. Me sonríen,
me quieren mojar.
Las palabras que retuercen
huelen a verdad.
En mi jaula los barrotes
son de celofán."

"Pétalo a pétalo respiro
lo que Dios no me castiga.
Sin el recuerdo de mi suspiro
y medio cuerdo por tu risa."

"Los tontos del desfile corren y cantan
para morir.
Nunca se cansan ni se alimentan,
sólo bailan."

"Por volarme la cabeza tantas noches
ya no se como bajar.
Así que si me vas a llamar
no me vengas con reproches.
Búscame arriba."